221B BAKER STREET



Debo confesar que el referéndum británico para la salida o permanencia en la zona euro, me agarró leyendo la obra completa de Arthur Conan Doyle sobre el investigador más importante que ha parido la literatura: Mr. Sherlock Holmes. Andaba yo, dándole duro a las página de “El signo de los cuatro”, creo recordar, cuando Gran Bretaña dijo BREXIT; ellos por su lado y Europa por el suyo. Al ser residente de un país de la Unión Europea, pensé: Huelemoles, date prisa, no vaya a ser que se te venga el tiempo encima y los ingleses decidan que se quedan a Sherlock nomás para ellos. Luego me enteré que esto de la “desconexión” de Europa, es un proceso lento, que pasarán algunos años hasta que se rompa del todo la relación. ¡Uf! ¡Qué alivio! Me quedé más tranquila. Eso sí, si quiero leer autores ingleses, me voy a dar prisa, no vaya a ser que…

Confieso que leí a Sherlock hace muchos años, pero yo todavía era adolescente y los vampiros y las historias de terror eran lo mío, así que el detective no me hizo muchas cosquillas. Leí “El perro de Baskerville”, pasé de largo y seguí a mi bola. 

Actualmente tengo un sistema de lectura, basado en periodos concretos, que me ha servido para disfrutar mucho más del universo de autores, temáticas y géneros de los libros que leo (de eso ya les contaré en otra ocasión). 

Estando, como estoy, en un periodo de lectura concreto (que me está llevando ya casi dos años), cayó en mis manos un libro muy interesante, titulado: Los años perdidos de Sherlock Holmes, (Ed. Acantilado), de un autor tibetano:  Jamyang Norbu. La novela crea un puente temporal entre el cuento “El problema final” (Memorias de Sherlock Holmes) y “La casa deshabitada” (El regreso de Sherlock Holmes). Jamyang Norbu es más que un fan de Sherlock Holmes y de la obra de Arthur Conan Doyle; es un escritor con una capacidad extraordinaria para “revivir” a Sherlock, recrear su esencia, mientras nos regala una historia divertida. 

Mención aparte merece la figura de Hurree Chunder Mookerjee, el personaje que acompaña a nuestro detective en esa gran aventura, su Watson asiático. Porque Norbu, no sólo es un buen escritor, un freak de Conan Doyle, etc.; es, a demás, un fan de hueso colorado de Rudyard Kipling, creador de Mookerjee en la novela “Kim”. En definitiva, hace que dos universos literarios se toquen suavemente; que dos autores contemporáneos convivan y se entiendan. A muchos puristas puede parecerles sacrilegio y todo ese tipo de calificativos que suenan tan graves; a mí me gusta que estas cosas pasen y que tengan resultados tan buenos, porque gracias a ello me di a la tarea de leerme la obra completa de Sherlock (por orden de publicación, me ha resultado más fácil y me gusta eso de ir y volver en el tiempo a través de las aventuras de los inquilinos del 221B de Baker Street) y la estoy disfrutando como, seguro, no lo habría hecho de ser más joven. Y, claro, más adelante, me voy a zambullir en la obra de Kipling.

Es sorprendente la influencia tan grande que Sherlock Y Watson tienen en tantas obras posteriores a sus aventuras. No sólo en la literatura, en la que muchos, como Norbu, se han atrevido a continuar con su legado. En el cine, en los cómics, en las series: las series policiacas están repletas de Sherlocks y Watsons. Y también hay series, y películas, basadas concretamente en ellos, pero eso, eso ya todos lo sabemos.

Es difícil pensar en Sherlock Holmes y que no te vengan a la cabeza tantos temas sobre él, sobre  su personalidad y la forma tan característica de resolver crímenes y de enfrentar la vida. Es difícil no pensar en Conan Doyle y esa vida tan fascinante de la que hablan sus biógrafos. Es difícil no pensar y especular sobre la forma en la que se llegó a construir una obra que sigue siendo tan atractiva hoy en día. Imposible leer a Sherlock y no impregnarse del ambiente y de la época en la que todo aquello sucede. Imposible no dejarse llevar por el sentimiento que mejor define el pensamiento de aquellos que se enfrentaron a la llegada de un nuevo siglo, aquellos que ya tocaban con las manos el futuro:

—¿Qué sentido tiene todo esto, Watson? —dijo Holmes solemnemente mientras dejaba a un lado el documento—. ¿Qué propósito persigue este círculo de aflicción, violencia y miedo? Sin duda ha de tender hacia algún fin pues, si no, nuestro universo está regido por el azar, lo cual es inconcebible. Pero, ¿qué fin? Aquí tiene usted el eterno problema sobre el cual la razón humana está tan lejos de poder responder, como siempre. (“La caja de cartón” en Su última reverencia)

(Fotografía, Iván Jerez)

1 comentario:

  1. woauuuuuu! Mis felicitaciones mi querida, yo que vivo en un mundo tan pequeño y que el tiempo me consume, tus escritos me ayudan a conocer y a aprender un poco de cultura. gracias por esto!

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